viernes, 26 de julio de 2013

Neuroarquitectura: el reflejo por fuera de lo que somos por dentro

El cerebro humano se conformó hace unos tres millones de años para vivir en la sabana, rodeado de luz, cielo y naturaleza. Parece que lo hemos olvidado, pero la vida no nos programó para vivir encerrados en espacios reducidos, diminutos, alejados de la vida natural. Acabamos así por las presiones sociales y económicas imperantes… y pagamos un precio por ello. ¿Cómo percibe nuestro cerebro los espacios en los que vivimos actualmente? ¿Cómo afectan a nuestro ánimo o a nuestro rendimiento? ¿Hay una relación entre cerebro y espacio?

La neuroarquitectura es una disciplina emergente que en Estados Unidos, que cuenta incluso con una Academia de Neurociencia para Arquitectura. La misma empieza a arrojar indicios interesantes para ayudarnos a comprender cómo el hábitat en el que vivimos afecta a nuestra salud física y mental. No se trata sólo de intuir que el color o el espacio tienen un impacto sobre nuestro estado de ánimo. Se trata de ir un paso más allá e indagar sobre qué efecto específico tienen los espacios sobre el estrés, las hormonas y el tipo de pensamientos que generamos. Actualmente se está investigando la relación entre espacios amplios y pensamiento creativo; sobre el poder misterioso de la naturaleza para estimular tanto la concentración, como la curación de las personas tras una enfermedad; o sobre el impacto de los edificios y muebles con ángulos afilados sobre la amígdala, implicada en los procesos de defensa y agresión del cerebro. “Se trata de considerar cómo cada aspecto de un entorno arquitectónico podría influir sobre determinados procesos cerebrales, como los que tienen que ver con el estrés, la emoción y la memoria”
Desde hace unos años, está surgiendo tanta información que algunos arquitectos denominan esta etapa el nuevo Renacimiento de las ciencias del diseño y la arquitectura. Libros como Inquiry By Design: Environment Behavior/Neuroscience in Architecture, Interiors, Landscape and Planning de John Zeisel, indagan en el campo de la neurociencia para describir el impacto de los edificios y de los espacios en nuestras vidas. Se trata de conocernos por dentro, para lograr concebir edificios y espacios en consonancia con nuestro bienestar no sólo físico, sino también mental.
De entrada, algo si está muy claro: fabricamos más oxitocina y serotonina, relacionadas con la relajación y el disfrute, si nuestros entornos son agradables. Resulta dudoso que el tipo de diseño que llevamos años aplicando a nuestros hogares, escuelas, hospitales o residencias para la tercera edad, por mencionar algunas de las que han sido más castigadas por la falta de espacio y la negación de la necesidad de cualquier elemento de belleza formal, ayuden a las personas que las habitan a sentirse mejor. ¿Cuántos de nosotros vivimos en espacios que reflejan nuestras necesidades vitales, nuestros sueños?
Debemos ser racionales y pragmáticos, sin duda, pero sólo hasta un punto, y sin perder de vista que los elementos arquitectónicos de los distintos espacios, públicos y privados, afectan los ánimos y la forma de pensar de sus moradores. Aunque esto siempre se ha tenido en cuenta para el diseño y construcción de los grandes monumentos, se ha denegado en la vida diaria de la mayoría de los humanos, sobre todo en estas últimas décadas, tan volcadas en la supervivencia de lo físico y en el abandono de lo emocional. Se trata pues de descubrir y reconocer de forma consciente el impacto, positivo o negativo, del espacio que nos rodea en nuestras vidas, en nuestra creatividad, en nuestros ánimos. Tenemos derecho a exigir que nuestros hábitats privados y colectivos reflejen y estimulen lo mejor que llevamos dentro.

En CarpeDiem, nos comprometemos a construir un proyecto de salud integral desde una perspectiva humanista y con una concepción de la persona como ser bio-pisco-social-espiritual-existencial y cultural, inserto en un dispositivo donde convergen la continua aspiración a la excelencia del recurso humano, la belleza del espacio arquitectónico y la armonía ambiental.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario